Ésta décima participación en Kona ha supuesto mi reencuentro con este Ironman, las últimas ediciones han estado lejos de dejarme satisfecho, varios abandonos, malas sensaciones en carrera y una sensación de impotencia e incapacidad por poder rendir adecuadamente. Mi Ironman de Hawai de este año tampoco fue perfecto, ¿pero acaso para alguien lo es? Todos lidiamos con dificultades, las de algunos mayores que las de otros pero en solucionar esas dificultades y en seguir adelante está el reto y el verdadero espíritu Ironman.

La natación fue buena para mi, salí a cola del numeroso grupo de cabeza (30 unidades) y eso hizo que el inicio del ciclismo fuera complicado, había que ir con mucho cuidado, respetar escrupulosamente los 12 metros de la zona drafting y hacer los adelantamientos en los momentos adecuados para no recibir una penalización por bloqueo.

Llegando a la subida a Hawi es cuando realmente empecé a encontrarme bien, esta parte del circuito se me había atravesado de mala manera en los últimos años, y superar esos «demonios» que tenía en la cabeza y sentirme con fuerza y en carrera me hizo sentirme muy bien y ganar mucha confianza para lo que quedaba de carrera, estaba con los mejores ciclistas y me sentí de nuevo como hacía mucho tiempo que no lo hacía en Hawai.

En la bajada de Hawi el grupo seguía siendo numeroso pero ya había perdido algunas unidades y tras pasar el cruce de Kawaihae y camino hacia Waikoloa fue donde se empezó a marcar la carrera y donde se empezaban a ver las verdaderas fuerzas de cada uno. Tim O’Donnel, Jan Frodeno y Sebastian Kienle endurecieron la parte final de la bici y a continuación me situé yo en cuarto lugar abriendo un pequeño hueco respecto al resto, estaba rodando cómodo y disfrutando de la bici. Así llegué a la T2, con los puestos de podio muy cerca. Fue grato bajarme de la bici y ver que las piernas estaban muy enteras.

Tras la transición empecé a correr cómodo con buenas sensaciones, controlando el ritmo para no quemar muchas fuerzas al inicio, ya se sentía un agobiante calor que iba a marcar muchísimo a todos. Ali’i Drive fue duro por la sensación de calor, controlando el ritmo conseguí superar esta primera parte bastante bien y volviendo hacia Kona empecé a sentirme cada vez mejor y con posibilidades de hacer una buena maratón. Pero el calor y el esfuerzo realizado hasta el momento no perdonaron y  las buenas sensaciones desaparecieron casi de golpe y tuve que empezar a bajar el ritmo hasta la subida a Palani que se me atragantó de manera considerable. Me quedaban 26 kilómetros por delante y en esos momentos me centré en continuar hasta el siguiente avituallamiento, refrigerarme todo lo posible y seguir corriendo fuera al ritmo que fuera. Sabía que una vez en la Queen K la sensación de calor iba a ser un poco mas llevadera ya que aquí al menos corre un poco el viento y por mínimo que sea esa disminución en la sensación térmica ayuda mucho. Pasé el peor bache al inicio de la Queen K y a partir de ahí seguí corriendo un poco mejor. En el Natural Energy Lab tuve la oportunidad de ver como iban mis rivales, las caras y formas de correr decían mucho, todo el mundo iba tocado por delante y detrás tenía varios hombre peligrosos a los que se veía un poco mas enteros. El top 10 lo tenía al alcance de la mano, iba séptimo en ese momento y me marqué como objetivo y como forma de motivarme mantener ese top10.

Saliendo del NEL me adelantó Vienott pero en las rectas de la Queen K vi que tenía a Kienle al alcance y finalmente conseguí pasarle y ponerme séptimo de nuevo. A partir de ahí me centré en llegar al inicio de la bajada por Palani y sabedor que nadie me pasaría por detrás empecé a disfrutar de los últimos metros. La emoción al tomar la curva hacia la meta en Alií Drive fue tremenda y mas aún al cruzar la línea de meta, una mezcla de sensación de alivio, orgullo y alegría difícil de describir, muy emocionado sobre todo con el recuerdo de Rut y Jon que me empujaron desde el corazón en los momentos más duros. Tras los últimos sin sabores en Kona y tras la retirada del año pasado este séptimo puesto me sentó a gloria.