Con un poco de perspectiva empiezo a ver mi resultado en Kona de diferente manera. Lógicamente sigo sin estar contento con mi carrera, no por el puesto, más bien por las sensaciones. Pero creo que de lo ocurrido este año puedo sacar cosas positivas y estoy satisfecho por mantener la lucha hasta el final dentro de las posibilidades que tenía.

Este año me sentía como nunca los días previos a la carrera, toda la temporada la habíamos planificado para llegar en la mejor forma del año a Hawaii y sin duda creo que lo habíamos conseguido. Pero una vez más no logré cuadrar esas sensaciones previas con una buena carrera, en la bici no fui capaz de estar con los más fuertes y ya en la maratón no pude mantener un ritmo de hidratación-nutrición adecuado y el estómago y el flato me hundieron. Fui capaz de recuperarme en los últimos kilómetros de la maratón y remontar hasta la 11º posición, los únicos momentos en los que disfruté en todo el Ironman, el resto fue pura agonía. Esta es una carrera dura que no perdona el mínimo error y los mejores son los que no cometen fallos y hacen las cosas bien. Yo no fui capaz de hacerlo, fallé, aún no se exactamente en que pero ya le estoy dando vueltas y analizándolo para que no vuelva a ocurrir y volver a Kona el año que viene con algo más de conocimiento y mejor preparado para por fin poder hacer una carrera con la que me quede contento.

Lo que tenía claro es que a pesar del sufrimiento y los malos momentos tenía que cruzar la línea de meta, no me podía permitir una tercera retirada, no sólo por mi, sobre todo por la gente que me apoya, Rut la primera, mi familia, amigos y todos los que estuvisteis siguiendo la prueba y me mandasteis vuestros mensajes de ánimo.

He tenido un par de días de bajón pero ya estoy recuperado con la moral alta y con ganas de seguir luchando por volver a Kona el año que viene.

Aloha!